Enfrentamientos de metropolitanos contra informales. Foto: Carlos Donoso para El Universo. |
Una zona tranquila al sur de la ciudad, poco transitada por automóviles y por peatones, pero algo insegura debido a la delincuencia (aunque no más que en otros lugares de la urbe), de a poco se fue convirtiendo en el lugar de encuentro de varios comerciantes informales. El foco de la aglomeración humana fue el Camal Municipal, lugar en el que la paz cotidiana que dominaba el sector estarÃa a punto de desaparecer y transformarse a uno de los más repudiables ambientes. Los ya congregados informales iniciaron su protesta. La medida tomada por los comerciantes fue la de tomar el paso en la avenida José Vicente Trujillo, con dos objetivos: la de protestar, y la acaparar la atención de sus archienemigos.
Incitados por la protesta y enviados por el socialcristiano que domina la ciudad desde ya hace más de una década, llegaron al encuentro de los comerciantes, los "robaburros". Era como ver los pendones negros con la luna y la estrella traÃdas desde Damasco en un lado y la cruz cristiana trasladada desde el reino franco de Jerusalén al otro; la nueva cruzada. Las batallas de esta época no se las libra en campos abiertos, sino sobre el asfalto y rodeados por los grises edificios citadinos aportando un ambiente de sofocación y que da el aspecto de no haber escapatoria, de seguir adelante contra el enemigo que está en otro esquina, de tomar la bocacalle siguiente y hacerlos retroceder o dispersarse en las calles contiguas.
Foto fuente: Diario El Hoy. |
Atrás quedaron los intereses arraigados en sus mentes; atrás quedaron los sentimientos que dominaban sus corazones; ya no importaba las oscuras manipulaciones de ciertos grupos de poder; ya no importaba si trabajaban para el prepotente del gran bigote o si eran partidarios de aquel que insulta sin moderación alguna en sus sabatinas. No importaba la posición ideológica dentro del espectro polÃtico; no más derechas, ultraderechas, izquierdas, revolucionarios, ni ese gran peligro que conlleva autodenominarse centrista. No importaba nada. Al verse los unos a los otros, no importaban los motivos, sin embargo, lo que si importaba era que tenÃan una nueva oportunidad para que salgan a la superficie las viejas rencillas, creo que algunos se volvieron a reencontrar en el campo de batalla. De lado y lado, no habÃan culpables ni angelitos. Todos iban a por lo mismo: agredir.
La guerra metropolitano-informal nunca terminó, se encontraba a la espera de un nuevo episodio que enfrente la prepotencia de los robaburros y la terquedad de los informales.
Viernes 3 de febrero del 2012, mientras muchos se relajaban por la llegada del fin de semana, la paz del sector del Camal terminó. Previamente se habÃan presentado ciertos roces cuando, sin motivo alguno, los metropolitanos desalojaron a varios comerciantes por supuesta invasión de la vÃa. En respuesta, los informales empezaron a defenderse frente a los aproximadamente 80 robaburros. Palos, piedras, botellas y cuchillos fueron las armas tomadas por ambos grupos beligerantes, sin embargo, hubo sorpresas, como la aparición de bombas molotov, lo que me hace formular una pregunta en mi mente: ¿salió esto de improviso?.
Foto fuente: El Universo. |
Cinco horas de enfrentamientos en la zonas, cinco cuadras alrededor del Camal. Enfrentamientos de dos facciones que luchan por algo que un imbécil cree que es lo justo y que otros creen sentirse totalmente dueños. Cinco horas de pánico para los pobladores de ese sector. Pero esto ya no es novedad: la guerra continúa, y por ahora se dio al sur; ya no en los entornos del centro como la BahÃa, o el Mercado Central. El barrio Cuba, el Falkirk ecuatoriano del 3 de enero. Pero esto ya no es novedad: la guerra continúa, y llegaron a la Francisco Robles, del Camal a la Caraguay. Los municipales, que ya eran cerca de 200, tuvieron que retroceder. Los informales ganaban terreno, gritaban contra el bigotón, y acusaban a otros de corrupción.
E intervinieron los chapas, pero esto ya no es novedad: la guerra continúa. Tratando de separar, lo que hacÃan los chapas era acolitar, y en plena calle los informales bombas molotov empezaron a fabricar. La flojera y las ganas de arremeter con los metropolitanos terminó en la desaparición del cordón policial. Y al igual que su cordón, desparecieron los chapas, o al menos no se los volvió a ver en un buen rato.
Y se retomó la batalla campal. Los angelitos de los informales, ahora desde terrazas y balcones, arremetÃan por todo el sector. Los piedrazos que no solo lastiman a los metropolitanos, sino que destruÃan propiedad privada, parecÃan hacer retroceder al enemigo invasor. La victoria estaba cerca, y lo que no es polÃtico tomó rápidamente una ideologÃa, y se empezó a cantar alabanzas hacia el mesÃas informal con su honra cotizada en $40 millones.
Ahora sà volvieron los chapas, pero con motos. Y los metropolitanos se retiraron entre abucheos. La victoria fue informal, y mientras retomaban el sector amenazaban a los robaburros diciéndoles que si volvÃan les irÃan peor.
Pero esto ya no es novedad: la guerra continuará.
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