Ajeno a las demás realidades de las personas de mi entorno y fuera de él, mi perspectiva sobre el 2012 es ciertamente calificada como positiva. Tal vez no fue el año perfecto, pero mejor que otros sí fue, y su huella permanecerá impresa en las mentes de muchas otras personas con las que he compartido alegrías.
Para mí este año inició mal. Mal en el sentido académico, pero no culpo a nadie más que mi por ello. Mal con respecto a algunas amistades, pero eso no es un problema solo mío. Mal con respecto a la salud, pero aún estoy aquí escribiendo este artículo.
Pero lo malo desapareció de a poco, unido esto a la ilusión y las promesas de un futuro mejor. Futuro que al fin llego. Como puedo no agradecer a este 2012 que me ha dejado con todos mis seres queridos completos, sanos y salvos. La salud de los seres queridos es creo el regalo más importante que se puede pedir. Mis viejos no han tenido complicaciones mayores. Mi hermosa sobrina no ha enfermado este año. Y otros allegados no han sufrido accidentes ni enfermedades.
Este 2012 me ha dejado con carro nuevo. Aunque el carro sea para exclusivo uso familiar. El momento para que mis padres puedan movilizarse y visitar los lugares que siempre quisieron y hasta hace poco no veían esperanza alguna de conocer.
Este año no me han robado -todo un mérito en Guayaquil-, y esto a pesar de que he protagonizado numerosas historias que quedarán registradas como grandes anécdotas que contar para esas borracheras con los panas o la familia en momentos de confesión de confianza.
2012 en el amor para mí me ha dejado el poder decir: "Ya la he conocido. Es ella la que quiero en mi vida. Esos cabellos de fuego, su rostro inocente y su mente de cuasi-psicópata: Sí, eso quiero. A ella la quiero". El resto es privado y ajeno a esta publicación.
Una de las alegrías más grandes que he recibido en esta vida ocurrió este año. Yo lo vaticinaba al comienzos de año como todo un entusiasta, pero nadie me creía. Al fin se dio... Este 2012, Barcelona campeón. 14 años tuvieron que pasar para que mucha gente en este mundo entero podamos festejar el triunfo de un título más alcanzado. Barcelona me hizo soltar unas cuantas lágrimas de alegría, felicidad, júbilo. No importó los peligros que envuelven estar junto -sin pertenecer- a las barras bravas. No importó la crítica que recibía. No importó estar enfermo. No importó los eventuales robos a los que cruzamos el puente de la 17 en busca de aventuras. No importó nada, siempre acompañé a mi equipo en el estadio y pude ver al final alzar la copa y dar la vuelta olímpica a este club de mis amores.
Alegrías he tenido, y ciertas tristezas que me agobiaron.
Momentos de frustración y canciones que me inspiraron.
Nuevas amistades, conocidos que me traicionaron.
Mi querido Barcelona campeón, los demás equipos no importaron.
Jodían mucho por el Fin del mundo, y aquí estamos.
En la lucha por Guayaquil, mis ánimos se sienten renovados.
Y la de cabellos de fuego, en mi mente se ha incrustado,
para no salir más. Mis objetivos son sus labios.
El tabaco y el alcohol -como otros años- no faltaron.
¡Qué bueno ha sido el 2012! Un nuevo año es otro asalto,
en esta vida que es una batalla, sin cuartel, sin amparo
contra nosotros mismos, contra el fracaso.
Feliz año nuevo.
Feliz 2013.
Gracias, muchas gracias 2012.
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