Un año ha pasado, mi amor. Un año de felicidad verdadera, como nunca jamás la había tenido. La paz invade mi cuerpo al estar a tu lado, y mi alma vibra de suprema alegría cuando me regalas -entre tanto y tanto- tu angelical sonrisa. Mi senda era distinta, oscura entre arboledas incesantes de vicios y sinsentidos, sin calma ni reflexiones, despreocupado hasta el cansancio ese camino. Nunca esperé que mi vida cambiara, no en lo poco bueno, sino en todo lo que me fallara. De pronto sentí fuerza, sentí calidez, sentí confianza, y madurez.
No se exactamente el día en que empezó. Todo se dio de una manera muy paulatina. Primero una chica linda pero inaccesible; no la culpo, mi género está plagado de babosos y mentirosos. Luego esa chica se torna su compañera e intercambian risas. Y poco a poco su personalidad sincera mezclada con dureza y desconfianza, fueron afianzando el terreno para una fijación inesperada. Esa chica, simplemente conocida, fue -a paso lento- convirtiéndose en una amiga; y ese muro de hielo -tan sólido, frío y grueso- fue con con el tiempo quedándose en descongelo. Y tras el muro, una niña, al igual de hermosa, tierna y tímida. Con miedo de querer, temerosa de amar; asustada cual más. En mi pecho una fuerza, crecía con tanta nobleza, y mi sendero se guiaría en solo protegerla.
Es esa joven de cabellos de fuego, la que me conquistó, y de pronto una luz -en mi vida- apareció. Desde entonces así iba, insípido el vicio, y las proximidades vacías; y de forma tan amable, todo cuanto pensaba era que a ella no le falte nada ni nadie. En nuestros ratos de completa armonía, así como en esos momentos de pequeñas riñas, temas apartes no me importaría, primero asegurarme de que sana y salva -hacia su hogar- ella se iría.
Para mi felicidad, esos pequeños ratos se fueron alargando. Más confianza y conversa se fueron dando. No faltaban las risas, discusiones y argumentos bien fundamentados. No me mentía a mi mismo ya en ese momento... Estaba completamente enamorado.
Día breve en los estudios, una mañana un poco cálida, con el sol de antemeridiano sin molestar tanto. Entre sonrisas íbamos caminando. No importaba donde fuéramos. No importaba de que tema habláramos. Nuestras miradas desde ya hacía un tiempo se entrelazaban, y nuestras manos proximidad ganaban. Buscamos un lugar para charlar, facultad tras facultad. Una mesa inadvertida y un destino que florecía, como siempre, ¡que bella estabas ese día! No recuerdo de la mayor parte de lo que hablamos, la verdad estaba muy concentrado en tus labios. Temor inmenso tuve, ambos estábamos -ante el momento- asustados. Más allá de nuestros temores, una decisión en conjunto tomamos.
Un año de amor, un año de felicidad. ¡Mira cómo el tiempo va! ¿Te acuerdas de ese momento? De mi mente no logra salir tan bello recuerdo. Aunque se discute quién de los dos tuvo papel protagónico en la iniciativa, lo hermoso estuvo cuando el desenlace venía. Nuestros labios por primera vez se unían. Mi corazón a cien mil por hora latía, y a viva voz me decía... que desde ese momento con una gran sinceridad sabía... que a ti, mi amor, solo a ti pertenecería.
Un año de amor.. Un año de inmensa alegría.
Te amo y por siempre te amaré, mi vida.
¡Feliz primer año!
Te amo...
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