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Nuestra república invadida


No importó lo grande y efectiva que fue nuestra independencia, ni nuestros ideales hacia la libertad, ni nuestros deseos de integración, ni la valentía y el coraje de los nuestros; al final no importó nada. Guayaquil no necesitó para su independencia de la ayuda de los denominados libertadores. Si se unieron fuerzas, fue para emancipar a Cuenca y Quito, pero no vinieron a ayudarnos por sus santas y divinas voluntades. O ¿acaso, torpes historiadores, no recuerdan que todo siempre tuvo un fin económico? ¿Acaso no recuerdan que esa figura a la que tanto alaban actualmente (por ser imagen de regímenes) no hacía otra cosa que beneficiarse con la guerra?

¡No! Al parecer quieren olvidar esa parte de la historia, mientras dominan sus masticadas hipótesis en los libros de historia, quieren reescribir el pasado, moldearlo de cierta forma que estos iconos patrióticos adquieran características épicas; mientras menosprecian nuestra propia historia, la historia de un pueblo que siempre ha sido fundamental para las grandes transformaciones en esta parte del planeta. Pero, ¿cual es la verdadera historia?
Artículo 2 de la constitución guayaquileña.

La república guayaquileña apareció después de los acontecimientos del 9 de octubre de 1820 en la ciudad, lo cual trajo réplicas rápidamente en todo el territorio de la antigua Gobernación española. Guayaquil conformó su gobierno provisional, constitución y ejército. Existe la falsa teoría de que este nuevo Estado no fue reconocido internacionalmente, pero durante tal período solo tres países que estaban ligados con el pueblo guayaquileño les competía tomar su decisión de reconocer: España no quiso, ¡nos estábamos independizando de ella!; Colombia no quiso ¡quería que nos unamos a ella!; sin embargo Perú si tuvo cierto reconocimiento relevante, de hecho la primera misión diplomática de ese país se instaló precisamente en Guayaquil.

Guayaquil luchó por independizar el resto de la antigua Real Audiencia, con el objetivo de integrar estos territorios en un solo Estado. Pero después de la victoria en Camino Real, las tropas necesitaron apoyo extranjero no gratuito, es por esto que Simón Bolívar (que no podía bajar desde el sur de la actual Colombia) decidió enviar a Sucre para brindar apoyo y negociar la integración de Guayaquil a Colombia la Grande. Sucre llegó a Guayaquil con armamento y refuerzos (no muchos en realidad) los cuales fueron comprados por la Junta de Gobierno que presidía José Joaquín de Olmedo. La nueva campaña trajo buenos resultados llegando así a las faldas del volcán Pichincha, donde Quito fue liberado del control español, pero en donde la peor parte de la carga en la batalla en el bando patriota la tomó el ejército guayaquileño.

El sueño de Olmedo de un Estado propio quedó destrozado tras lo de Pichincha, Quito prefirió unirse a Colombia, después de pocos días Cuenca siguió ese ejemplo. La Junta de Gobierno cambió la bandera de nuestra república: de la tradicional de cinco franjas, tres celestes y dos blancas y tres estrellas, la cambiaron por una blanca de cuartel superior izquierdo celeste con una sola estrella. Guayaquil había decidido seguir independiente, pero esto no estaba en los planes de Bolívar.

Algunos oficiales colombianos aun dirigían ciertas unidades guayaquileñas, tras la guerra y muchos de estos hicieron jurar lealtad a Colombia la Grande a todos sus soldados, muchos de estos desertaron en muestra de desacuerdo. Francisco Roca avisó de tal imprudencia y luego el propio Bolívar en carta a Olmedo, pretende desprestigiar a Roca y luego asume conocer los verdaderos intereses de Guayaquil, diciendo que el conoce el deseo del pueblo guayaquileño de integrarse. Olmedo notifica esto a San Martín, pero fue muy tarde. 

Bolívar arribó a la ciudad  el 11 de julio de 1822 esperando que se le otorgue el título de Protector de Guayaquil y, a pesar de su reprochable conducta hacia nuestra independencia, fue recibido como una gran celebridad por su título de Libertador. Pero el venezolano no venía solo, ese mismo día arribaron cerca de 1300 hombres los cuales supuestamente solo iban de paso al Perú. Nuestras fuerzas no podían permitirse una batalla con los colombianos, los hijos de Guayaquil habían sufrido muchas heridas y muertes en la campaña para independizar la serranía. 

Monumento al cinismo de Bolívar.
El "Libertador" ocupó militarmente los puntos estratégicos, se tomó el poder, disolvió la Junta de Gobierno y se proclamó Dictador de Guayaquil. Olmedo tras haciéndole conocer su desagrado por esta actidad, se autoexilia. San Martín, retrasado con la prometida intervención peruana en auxilio de nuestra autonomía, llega a la ciudad que estaba preparada para cualquier resistencia. En la reunión de Bolívar y San Martín (Entrevista de Guayaquil), trataron entre otros varios asuntos, sobre la manera de finalizar la guerra emancipadora en el Perú y sobre la forma de gobierno que convenía a los nacientes Estados americanos. San Martín, en desventaja, no pudo negociar sobre el destino de Guayaquil y se marchó sin progresar en nuestra independencia.

Bolívar, en su calidad de máxima autoridad de Guayaquil, ordenó la disolución de nuestra república el 31 de julio de ese año y su anexión vía manu militare a la Colombia, pasando a constituir un departamento dentro del Distrito del Sur. 

Ese 31 de julio, no lo debemos olvidar. Ese día se debe siempre conmemorar como la Gran Tragedia de nuestro pueblo. Ese día fue el fin de nuestra república: La República de Guayaquil.


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