Las sospechas que tenía, cada vez parecen cobrar certeza,
y mi corazón agonizante no te pide la verdad por miedo, o por pena.
A que en un arrebato de sinceridad, me de al llanto sin tregua.
De que me desplome en donde sea, sin aviso y sin vergüenza.
Puedes hacer de tu vida lo que quieras.
Eres libre, indómita, una gran fiera.
Es así como me gustaste, con esa gran imprudencia.
Con ese espíritu salvaje, y templanza plena.
Por más que trato sacarte de mi mente,
tu mirada me encadena,
y esa sonrisa tan perfecta,
junto a esos rizos relucientes,
con un brillo recurrente,
y esas curvas muy airosas
cuando mi voluntad desaparece
a querer solo mirarte me condenan.
He buscado en otros brazos, en otras labios,
algo que en la tuya he tratado,
pero estás distante, pensando en tu pasado,
pasado que me atormenta, sin conocerlo,
donde quizá no deba buscar,
quizá allí no encuentre felicidad,
quizá solo mi alma encuentre la muerte,
y lo que tengo son ciertas pistas,
pistas nefastas, en donde te veo en brazos de otro,
mientras mi corazón hecho pedazos no hace más que aceptar,
esa triste realidad,
realidad muy loca y descabellada:
pero al mismo tiempo con mucho sentido y coherente.
Donde mis expectativas con algo de suerte.
Me lleven a la locura, escapando de esta verdad.
Creo que es nocivo ya verte,
tan solo estar cerca tuyo me ensombrece.
Ver tu rostro, tu mirada,
y esa postura muy alegre.
Me seduce tu sonrisa.
Me contento solo tenerte al frente.
pongo excusas para intentar alejarme,
pero ahí me tienes,
que complejo este sentimiento,
mi alma te recuerda incluso cuando duerme.
Mañana o al día siguiente sabré si estas sospechas son ciertas.
Mi alma está en sus manos.
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