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El reino de los recuerdos: Lima no - Odisea a los setentas


Aquel viejo álbum guardaba nuestros más grandes tesoros, nuestros recuerdos, nuestras vivencias, nuestros logros, nuestras metas. Aquel anticuado libro de fotos nos manifestaba lo feliz que fue nuestra existencia, hasta que el cruel Cronos, personificación del tiempo, nos alcanzó y nos avejentó. Y aún así, con la edad, ella me parecía la mujer más radiante de todo el mundo. Conservaba algo que nunca dejó de conquistarme: su sonrisa tierna. Y fue con esa sonrisa que iniciamos nuestro viaje.

-Nunca me voy a olvidar de esta foto- me decía sorprendida, -este viaje fue el primero fuera del país. ¡Teníamos miedo de que todo sea horrible!- me increpaba con con un leve asentimiento de su cabeza.

-Peleamos en ese viaje- le dije sonriendo.

-Como en todos los demás- me respondió con tono de desapruebo sonriente.

-¡No! ¡Lima no!- le exclamé, mientras ella cambió su miraba, con tristeza y alegría en su rostro fundidos perfectamente, me abrazó.

-¡Aquí están!- me exclamó mientras buscaban sus manos entre las páginas de aquel diario.- ¡Lima no!

Y es que Lima no lo fue. Curazao fue hermoso y tuvo un impresión enorme en nuestras vidas, pero hace muchos años, la capital peruana nos demostró lo perfecto que pueden ser nuestros viajes. Quise hoy comenzar este día dándole este recuerdo y este lema: "Problemas siempre habrán en nuestras vidas; las hubo muy fuertes; las hubo inesperadamente; las ha habido intencionalmente, y las habrá inevitablemente, pero las historias bellas no pueden ser opacadas por los momentos intensos y oscuros, necesarios en toda relación". Hoy, a la edad que tenemos, ya no importan las peleas por las calles de Willemstad, importa la reconciliación del puente de Koningin Emmabrug en aquella anaranjada tarde, viendo el ocaso rodeado de tanto color. No importaron jamás las discusiones en Broadway, pero son vitales nuestros besos en el Central Park. No importan las nubes negras que vimos en las Torres Kio, sino la bella San Sebastián.

-Amor...- le exclamé tiernamente.

-Dime Villita- me miró con ternura, esperando una sorpresa...

-Aún hay tiempo y ganas para más páginas en este reino de los recuerdos...-

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