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La delincuencia del siglo XXI

Es comĂșn destacar la belleza de Guayaquil en tiempos de festividades, y con eso se encuentra el hecho de resaltar los destinos turĂ­sticos, repasar las grandes hazañas del pasado y enorgullecernos con la bondadosa herencia de los que forjaron nuestra identidad. Sin embargo se nos hace difĂ­cil exponer lo que estĂĄ mal dentro de la urbe y en este tema resalta de manera impresionante la delincuencia.

El gobierno del dictador Correa propone un modelo de socialismo del siglo XXI, en el cual no se ha hecho efectivo un solo plan de control del hampa en las grandes ciudades del paĂ­s. AsĂ­, mientras el gobierno vive en su nube rosada, nosotros vivimos en el mismo infierno con una "paranoia del siglo XXI", que no es otra cosa que una versiĂłn mejorada de lo sufrido a finales del siglo pasado. Lo peor es que, lejos de eliminar este cĂĄncer, la propia sociedad toma una actitud auto-destructiva y con ello promociona que se afiance la violencia.

Nos estĂĄn jodiendo la vida y nosotros no hacemos mĂĄs que sentarnos cruzados de brazos, esperando ser los siguientes en ser asaltados con una estoica resignaciĂłn.

En los actuales dĂ­as no se puede usar accesorios ni joyas en las calles por temor de ser vĂ­ctimizados por los antisociales. Justamente un dĂ­a le comentĂ© a un amigo que fui testigo de un "arranchĂłn" de una cadena a una señora en pleno centro urbano de Guayaquil; y mi amigo, en lugar de sentir repudio hacia la actitud de aquel sujeto, recriminĂł la forma de vestir de la señora diciendo «...pero la vieja tiene la culpa por salir alhajada». Yo considero que no es acertado la afirmaciĂłn de mi amigo (y de muchas personas que piensan igual), ya que no podemos juzgar a ella por la forma que ella quiera lucir, ella tiene el derecho de salir a la calle con lo que ella desee, el que no tiene derecho alguno de tomar propiedad ajena es el sujeto, sin embargo, al guayaquileño se le ha olvidado ese pequeño detalle y con ello aporta, deliberadamente o no, a justificar a escorias como ese ladrĂłn. Ese arranchĂłn es grave, pero es solo una pequeña muestra de lo que ocurre a cada momento en esta ciudad.

Por citar algunos casos: me enteré que a un amigo lo asaltaron dos sujetos armados ingresando a la fuerza al taxi donde iba y tras sustraerle lo que llevaba en aquel momento le obligaron a darle la clave de su tarjeta de débito, justo el día de su paga. Los frecuentes robos a celulares no causa novedad a los guayaquileños: un día a una amiga le robaron su teléfono celular en la mañana y le intentaron hacer lo mismo en la tarde y en la noche del mismo día en diferentes lugares de la ciudad.

Puedo pasar todo el dĂ­a redactando una lista de los actos de delincuencia de los que me he enterado recientemente, pero «a lo hecho, pecho». Lo que importa es identificar la fuente del problema y presentar propuestas en pro de corregir este mal.

AsĂ­ se formulan las preguntas:

¿Que estimula la delincuencia?
¿Como opera la delincuencia?
¿Como frenar la delincuencia?


Se iniciĂł el anĂĄlisis por un Guayaquil sin delincuencia.


¡Por Guayaquil independiente!

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