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La agonía y supervivencia del papel

Mucho he escuchado últimamente sobre una realidad futura no distante, una realidad de hipertextos, de enlaces, un lugar en la que una idea no se mida por la tinta sino por caracteres, ese misterioso lugar donde ya no volteas una página sino presionas el "Av Pág" (el scroll wheel del mouse también sirve). Realidad que está presenta en la vida de los intelectuales modernos, de los estudiantes apurados, de los curiosos noveleros, y destructores afanados. La realidad en la cual el texto digitalizado vence en todos los campos a lo impreso.

Ecológico, barato, rápido, expansible, dinámico, transferible, con hipertexto, sin duda la herramienta necesaria en la que una sociedad basa a diario su desarrollo. Para todo uso, incluso, la información. Los medios de comunicación saben de esto, y una nueva competencia a comenzado en el ciberespacio en la cual portales novedosos, exagerados, otros un poco más conservadores y minimalistas aparecen para captar la atención del internauta.

A los grandes diarios del mundo parece ya no importarles la venta del tabloide, basta para contentarse que suba la cifra en sus contadores de visita. En una sociedad con acceso regular a Internet, ya a pasado de moda levantarse en las mañanas a recoger el periódico en el portal de la casa, basta encender el ordenador o buscar en sus smartphones. No importa el papel, ¿para que leer algo obsoleto? si en una ventana esta todo lo que necesito, o en 140 caracteres me resumen todo un recital de formalismos, ahorrando tiempo y dinero.

¡El papel ha muerto! exclamaban algunos, al menos en el campo de la prensa escrita. Es cuestión de tiempo y desaparecerán, o al menos eso el lo que muchos querrán. Pero ya sea por cuestiones de costumbre; por meros formalismos; o por que recordemos esas imágenes que veíamos en las series gringas cuando éramos niños de gente exitosa tomándose un café al medio día, con una traje elegante y un reloj suizo en la muñeca leyendo el periódico y mirando a todos con completa frialdad; siempre estará presente (al menos en nuestra generación y unas cuantas más) esa dama gris que genera respeto, elegancia, clase, educación y un toque arcaico que caracteriza a las personas complicadas.

Pero más allá de lo elegante que puede ser (el EXTRA es el claro contraejemplo), aún es muy necesario el papel para introducir nuevas ideas en un área infectada por determinadas locuras y auspiciadas por ciertos grupos de poder. Es así como aquel desinteresado llega a encontrar una nueva idea, no directamente a través de la web, sino de lo físico, eso tangible que en su subconsciente llegue a sentirlo como propio, algo a lo que pueda recurrir, algo más seguro.

Resulta común ver que al joven guayaquileño, y de otras partes de LatAm, que vea al Internet solo indispensable para revisar Facebook, e incluso el Twitter en general le parece algo aburrido y no sabe cual sea su función primordial. El espacio de lectura solo es requerido para hacer tareas y ni siquiera es leído el texto, solo es cuestión de un copy-paste nauseabundo e insultante para el autor. Las páginas web de think tanks no existen en su realidad de internauta, por eso es indispensable el papel, para que lo tenga a la mano, es necesario ese espacio que no sea digital, aún el latinoamericano necesita el papel para poder sugir o plasmar una idea.

El papel sobrevivirá, por elegancia o por necesidad; aún tendrá vida para una o dos generaciones más.

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