El segundo Clásico del Astillero del 2012 fue fijado para el 13 de junio, un día antes de mi cumpleaños y exactamente el día en que mi mejor amigo se casaba en el Registro Civil. Estuve muy ocupado ese día y no podía ir al Capwell para alentar a mi equipo que jugaba de visitante. Al llegar a casa, mi hermano había contratado el partido en HD, ¡bacán! Durante la transmisión se había comentado que se había incrementado el refuerzo policial, pero no daban si quiera una breve explicación de lo ocurrido. Los policías estaban ardidos por que algunos integrantes de la Sur Oscura (barra brava del Barcelona) habían golpeado a uno de los suyos.
La victoria fue del Barcelona, el mejor regalo de cumpleaños que tuve. El Junio 14 comprendía una complicada agenda bohemia destinada al consumo masivo de etanol. En una de esas reuniones pude conversar con un amigo que es de la Boca del Pozo (barra brava del Emelec) y este me contó paso a paso sobre los operativos policiales llevados cabo. Yo no podía creer. Tal vez era una exageración de su mente. Pero el concluyó: ¡Este es el inicio del fin de las barras bravas!
Conseguí la entrada para el siguiente partido de Barcelona en el Monumental (al estadio no falto). Y me alisté para ir a alentar como siempre a mi equipo. Mi camiseta, mis jeans negros, mis deportivos negruscos, mi bandera -inseparable amiga en los estadios desde ya hace tres años-, una gorra de hincha, y mi cinturón darketa decorado al estilo metalero. Y fui rumbo al estadio, nueva aventura por contar.
Gran cantidad de gente. La fila para entrar a la General Sur era inmensa e insoportable debido a que muchos "avispados" tratan de meterse sin respetar el fila. Esos momentos son épicos, pasas apretado entre por el de adelante, por el que sigue en la fila, el que se te quiere meter por la izquierda, el que te empuja por la derecha, el que espera que estés descuidado para meterte mano en los bolsillos y robarte -este es su modus operandi-.Sentía como me faltaba la respiración, me estaba asfixiando, apretaban mucho, y el que intentaba meterse en la fila había puesto su codo a ejercer presión en mis costillas. Me percaté del peligro del robo y alcancé a librar un brazo (los tenía atorados entre tanta muchedumbre) y agarré mi gorra, la doble y la metía dentro de mi bolsillo. Luego vino un chapa, uno de los montados a caballo, con gran furia fue sacando a los que el consideraba que invadían la fila. Con tolete en mano fue dando golpes, casi me da uno a mí. Algunos vivarachos se fueron, otros consiguieron hacerse un puesto en la fila.
La fila seguía apretada, y el sol estaba intenso. Utilicé mi bandera que estaba sobre mis hombros como sombra al estilo árabe. Más adelante me decían que los chapas estaban confiscando las banderas y los cinturones, por considerarlos peligrosos. ¡Hijosdep&%$!- exclamé, y rápidamente me saqué el cinturón y buscaba un lugar para esconderlo. Se me ocurrió ponérmelo alrededor del pecho debajo de mi camiseta, así disimularía, y la bandera la metí de mala gana en mi entrepierna. Y pude pasar al primer y segundo chapa así. Mientras seguí mi camino pude ver a un lado cuatro grandes montones de cinturones, canguros, mochilas y banderas. Ya no volverían a sus dueños.
Ya en la tercera fila, a pasos para entrar a la parte baja del estadio, otro control de los chapas, esta vez si descubrirían la bandera. Le dije a las personas que estaban a mi alrededor (gente desconocida y de mala imagen) que sirvan de cortina para que no me vean los agentes. Saqué mi bandera y la doble de tal manera que parezca una faja y me la puse alrededor de la cintura debajo del pantalón. Le pasé a dos policías, a la tercera (era una chapa mujer) -como la vi algo descuidada- la esquivé y rápido subí las escaleras. Desde el mezzanine saqué mi bandera y mi cinturón, los llamé y se los enseñé -en medio de tanta gente nunca darían conmigo.
Durante el partido, hubieron varias tanganas entre los de la barra y los chapas. La pelea se centra entre la rabia de los policías porque golpearon a uno de los suyos, y el deseo de reivindicación de los de la Sur Oscura por los 29 detenidos. Los chapas, en represalia, no dejaron colocar las típicas guindolas, no dejaron exhibir los grandes trapos, no permitieron la utilización de bengalas, no dejaron entrar los extintores. En aquel momento pensé lo que me había dicho mi amigo en el Junio 14: ¡Este es el inicio del fin de las barras bravas!
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