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El matrimonio de mi mejor amigo

Hace 11 años ya... Una mañana común de clases en el primer año de bachillerato, estaba yo reunido con los mismos a los que me juntaba siempre. Ya era comienzo del segundo de los tres parciales del año lectivo, si mal no recuerdo, y después de varios acontecimientos turbios en nuestro curso en los tres primeros meses -que terminó con expulsados y suspensos-, todo parecía en paz, sin embargo, un nuevo compañero llegó a clases.

Aquel "nuevo" no era más que un tarado algo extraño, con vista algo perdida y con una caminar fuera de lo común -que rayaba en la burla-. Se ganó mi apatía, la verdad no se aún porqué, sin embargo, de a poco el interactuar con él a lo largo de lo que quedaba de año lo fue haciendo menos desagradable. La verdad nos hicimos algo panas, pero no mucho. Igualmente no parecía una mala persona, era algo alocado, medio patán y encajaba con el perfil de los desadaptados con los que tenía más cercanía.

Una tarde asoleada, a la salida de clases yo me había retrasado algo -no recuerdo bien el motivo- y lo único que quería era llegar a mi casa y dormir. Salía del liceo, solo me tocaba cruzar la calle y coger mi bus, pero lo veo a este sujeto con cara de frustración y renegando por su patineta dañada -el tipo era skater-. Me acerqué y me contó su problema. Después del verso y mucho bla bla bla, me dispuse a irme, pero no fue así. Me quedé ahí un buen rato y lo acompañé a buscar algún repuesto para su tabla. En el trayecto (algo extenso y en pleno sol asesino-agobiante-deshidratante-cancerígeno) pude conversar más a fondo y conocerlo mejor como persona. Entre risas y más, compró lo que le hacía falta, reparó su tabla y regresamos hasta el punto inicial. Cada cual a lo suyo, pero algo había cambiado ese día. Ese día había nacido lo que hasta hoy es la más grande de las amistades que he tenido la dicha de tener.

Desde aquel entonces, fuimos inseparables. Se convirtió en mi confidente, mi acolitador, cómplice-encubridor, el pana que espera, o el que sirve de encame o el que sigue el paso para fanfarronadas. Hasta comunicación por señas teníamos en los exámenes. Fuera del colegio, en cursos extras, en reuniones, haciendo parkour (o intentando), en el kickboxing, peloteando en callejones cutres y parques. Jugando PlayStation 2, o 3, viendo partidos. Y en el estadio gritando los goles de nuestro querido Barcelona.

¡Gracias Paúl!, mi gran pana. más que un hermano, mi mejor amigo. Ahora inicia una nueva vida, el brother se casa. Una nueva etapa en esta vida comienza, pero al final, nuestra amistad será la misma vaina. Te deseo lo mejor del mundo, ten una vida de cónyuge feliz, pero al estadio no se falta.

Ya once años, y esto va para largo. ¡Felicidades mi hermano, a ti y a Maritza!

Pero recuerda...

...aún me debes un sánduche que te pagué aquel sábado.

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