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Carta de Olmedo a San Martín (22-II-1822)



Junta de Gobierno.

Reservado.

Excelentísimo Señor

Los acontecimientos de diciembre, y otros posteriores, justamente hicieron temer a Vuestra Excelencia por la suerte de esta Provincia, y entre las providencias que le indicaban las circunstancias fue sin duda la primera el nombramiento del gran mariscal Arenales para el mando de la División del Norte. La sensible enfermedad de este benemérito general ha sido causa de que Vuestra Excelencia ponga la vista en el digno americano el general La Mar que actualmente se halla al frente de nuestras armas.

Desde el momento en que éste se posesionó del mando varió el semblante de las cosas; y la tempestad pareció serenarse con la salida de las tropas que iban a reunirse a la división del Perú. Este intervalo de calma es el que debía aprovecharse para cualquiera medida conciliadora, y creemos que una mutación del mando despertaría las chispas de discordia que parecen adormecidas por ahora. La reunión de las tropas se verificó el 9 en Saraguro, y es probable que hoy se halle la división en Cuenca. La salida del general La Mar a tomar el mando de ella, sería perjudicial a esta Provincia pues luego se verían brotar las malas semillas, y algunos genios de turbación libres de ese respeto continuarían su obra, y quizá con más suceso, pues la experiencia les haría evitar los escollos en que han dado otras veces. Por otra parte estamos persuadidos de que el general La Mar no sería bien recibido allá en la división en donde se pondrían en movimiento todas las artes de que sabe usar oportunamente, el resentimiento, y el espíritu de rivalidad. Conocemos que el general La Mar tiene carácter, y entereza para sostenerse; pero recelamos que las tropas no peruanas, y parte de las peruanas no le sean devotas. Poco importaría que de este inconveniente resultara perjuicio a los intereses, y derechos de esta Provincia: pero nuestro gran cuidado es que de allí resulte un entorpecimiento o grave daño a la causa general. Por estas razones, y otras que hemos ventilado con el mismo general La Mar, y el general Salazar, hemos creído conveniente que se suspenda por ahora el cumplimiento de la resolución de Vuestra Excelencia y esperar la que nuevamente tome en vista de este nuestro juicio que sometemos al superior de Vuestra Excelencia. Conocemos que el supremo objeto que se propone Vuestra Excelencia es el bien de esta Provincia, y que todos los medios estando subordinados a él, pueden sufrir las variaciones que convengan.

Con este fin hacemos este expreso ganando horas; y si Vuestra Excelencia cree que el general La Mar de todos modos debe ponerse al frente de la división puede comunicarnos su resolución por mar si fuese posible, para que al momento tenga efecto. Una fuerza respetable situada en Piura a disposición del general La Mar, o del Gobierno quizá sería un muro en que se estrellasen todos los proyectos hostiles.

Es sumamente sensible que se haya suspendido la venida de Vuestra Excelencia a este pueblo que ya estaba preparado a recibirlo con el entusiasmo del júbilo: pero muy más sensible es que no se verifique la grande entrevista Vuestra Excelencia había dispuesto, en circunstancias que pueden amenazarnos riesgos de un orden superior.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Guayaquil, a 22 de febrero de 1822.

Excelentísimo Señor,

José de Olmedo.

Excelentísimo señor Protector de la Libertad del Perú.

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