Junta de Gobierno.
Reservado.
Excelentísimo Señor
Los acontecimientos de diciembre, y
otros posteriores, justamente hicieron temer a Vuestra Excelencia por la suerte
de esta Provincia, y entre las providencias que le indicaban las circunstancias
fue sin duda la primera el nombramiento del gran mariscal Arenales para el
mando de la División
del Norte. La sensible enfermedad de este benemérito general ha sido causa de
que Vuestra Excelencia ponga la vista en el digno americano el general La Mar que actualmente se halla
al frente de nuestras armas.
Desde el momento en que éste se
posesionó del mando varió el semblante de las cosas; y la tempestad pareció
serenarse con la salida de las tropas que iban a reunirse a la división del
Perú. Este intervalo de calma es el que debía aprovecharse para cualquiera
medida conciliadora, y creemos que una mutación del mando despertaría las
chispas de discordia que parecen adormecidas por ahora. La reunión de las tropas
se verificó el 9 en Saraguro, y es probable que hoy se halle la división en
Cuenca. La salida del general La
Mar a tomar el mando de ella, sería perjudicial a esta
Provincia pues luego se verían brotar las malas semillas, y algunos genios de
turbación libres de ese respeto continuarían su obra, y quizá con más suceso,
pues la experiencia les haría evitar los escollos en que han dado otras veces.
Por otra parte estamos persuadidos de que el general La Mar no sería bien recibido
allá en la división en donde se pondrían en movimiento todas las artes de que
sabe usar oportunamente, el resentimiento, y el espíritu de rivalidad.
Conocemos que el general La Mar
tiene carácter, y entereza para sostenerse; pero recelamos que las tropas no
peruanas, y parte de las peruanas no le sean devotas. Poco importaría que de
este inconveniente resultara perjuicio a los intereses, y derechos de esta
Provincia: pero nuestro gran cuidado es que de allí resulte un entorpecimiento
o grave daño a la causa general. Por estas razones, y otras que hemos ventilado
con el mismo general La Mar ,
y el general Salazar, hemos creído conveniente que se suspenda por ahora el
cumplimiento de la resolución de Vuestra Excelencia y esperar la que nuevamente
tome en vista de este nuestro juicio que sometemos al superior de Vuestra
Excelencia. Conocemos que el supremo objeto que se propone Vuestra Excelencia
es el bien de esta Provincia, y que todos los medios estando subordinados a él,
pueden sufrir las variaciones que convengan.
Con este fin hacemos este expreso
ganando horas; y si Vuestra Excelencia cree que el general La Mar de todos modos debe
ponerse al frente de la división puede comunicarnos su resolución por mar si
fuese posible, para que al momento tenga efecto. Una fuerza respetable situada
en Piura a disposición del general La
Mar , o del Gobierno quizá sería un muro en que se estrellasen
todos los proyectos hostiles.
Es sumamente sensible que se haya
suspendido la venida de Vuestra Excelencia a este pueblo que ya estaba
preparado a recibirlo con el entusiasmo del júbilo: pero muy más sensible es
que no se verifique la grande entrevista Vuestra Excelencia había dispuesto, en
circunstancias que pueden amenazarnos riesgos de un orden superior.
Dios guarde a Vuestra Excelencia
muchos años.
Guayaquil, a 22 de febrero de 1822.
Excelentísimo Señor,
José de Olmedo.
Excelentísimo señor Protector de la Libertad del Perú.
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