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Duda de todo menos de una cosa

Iba por el sendero de la vida sin preocupaciones,
sin importarme nada, no quería obligaciones,
ni mi mente acogía la idea de serias relaciones,
no creía en la felicidad plena, solo en ocasiones.
Y a veces al vacío intentaba llenar con distracciones,
sin que nadie entre líneas lea mis frustraciones.
No hay tabaco, ni amistades, ni siquiera licores,
que por mucha cantidad puedan confortar los corazones
que incompletos yacen a merced de emociones
de tristeza y añoranzas, sentimientos inferiores.

Así estaba hasta un día de esos en que menos esperaba,
conocer una mujer tan bella, tan decidida, tan centrada,
no pensé por un momento en que mi alma se inquietara,
mientras, de a poco, al ver su tierna sonrisa me enamoraba.
Su actitud hostil e indiferencia me desconcertaban,
yo tenía fama de caerle bien a todos, menos a la que importaba,
y lentamente me fui acercando, aun sin ganarme su confianza,
fui tan solo un conocido, que al regalarle breves momentos, se sonrojaba.
Las distracciones, las tristezas, poco a poco las borraba,
cada palabra de su boca, sus pequeñas historias, las memorizaba,
y aunque un día me dio su amistad, era eternamente desconfiada,
pero ni el bullying de parte de ella, ni las risas mutuas nos faltaban.

Por mucho tiempo -tú lo sabes- quise en mis brazos tenerte,
poder decirte cuanto te quería, poder estar allí para protegerte,
cuanto añoraba ir temprano cada mañana, tan solo para verte,
las vacaciones se me hacían eternas, estar lejos de ti me enfurece.
Mi inseguridad me acongojaba, mi corazón humano se entristece,
al imaginarte en brazos de otro, aunque buscaba que tú te alegres,
paulatinamente fui aprendiendo, aunque de rendirme muchas veces
cometer llegué a pensarlo, pero seguí adelante, tu rostro me convence.
Los breves momentos se alargaban, habitabas a toda hora en mi mente,
buscaba el momento para expresarte lo que sentía, sin que te alertes;
correspondiste a mis sentimientos, nos besamos, y dije prometerte
que -desde ahora aún jóvenes y hasta muy viejitos- por siempre quererte.

La lleno de halagos muy sinceros que de mi alma brotan,
miles de palabras usadas, una más seria que la otra,
y es natural que no confíe, ser blanda la pone furiosa,
su temperamento fuerte la hace aún mucho más valiosa.
Medir lo que digo debo, puede usarlo todo en mi contra,
aunque a veces las consecuencias ya a mi no me importan,
no callo mis sentimientos, los lee en mis ojos, lo dice mi boca,
en aquel puentecito de madera donde recitarle quiero por horas.
Corazón indómito, belleza roja, más linda que una rosa,
cabellos de fuego, piel canela, no hay mujer más hermosa,
en lo más profundo de mi corazón, está tu nombre, de ninguna otra.
¡Duda de todo, amor mío, menos de una cosa!

Mi corazón es tuyo, Betsy. Mi alma te atesora.


Sageo Villacrés

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